jueves, 17 de febrero de 2011

EL ROL DE LA MUJER EN LA ASAMBLEA DE DIOS.

Por Nancy Ferguson



Muchos han expresado interés en la obra de la mujer en la iglesia. Algunos piensan que la mujer debe someterse al control de los hombres, tanto en el mundo de los negocios como en las situaciones sociales. Otros piensan que no debe haber ninguna diferencia entre el rol del hombre y la mujer y que ambos tienen el derecho de hacer cualquier cosa en cualquier momento y en cualquier lugar. La mayoría de las personas se ubican entre estos dos extremos.
Nuestro propósito será examinar lo que dice la Biblia acerca de la participación de la mujer en la asamblea de la iglesia. Hay muchas preguntas sin contestación que caen fuera del alcance del presente estudio. Sin embargo, si entendemos las enseñanza bíblica concerniente a la mujer en la asamblea, nos va a ayudar nuestro entendimiento de la mujer en otras áreas.
Nos molesta la naturaleza superficial de algunos argumentos que emplean para apoyar el liderato de la mujer en la asamblea de la iglesia. De igual manera, nos preocupa algunos argumentos que usan para suprimir a la mujer. Hay muchas cosas que la mujer puede hacer para el Señor, pero hay límites.
Dicen que la mujer está capacitada para ocupar una posición de liderato en la asamblea y que se le debe abrir paso. Sin embargo, la pregunta no es si la mujer tiene la habilidad, tanto física como mental y emocional para desempeñar la función, sino si Dios lo aprueba. No todos los dones eran para desempeñar en la asamblea (1 Corintios 14:18-19, 26-33).
Argumentan que esto se ha hecho en el pasado con éxito, hasta en nuestro Movimiento de Restauración. Sin embargo, el hecho de que algo así ha sucedido no lo justifica. Hasta el pecado más vil no parece tan vil cuando se ha repetido tantas veces hasta que nos hemos acostumbrado a que sea así. Una consciencia limpia no necesariamente significa que sea una guía correcta.
A menudo se interpretan los versículos que tratan del silencio de la mujer como sólo una expresión de la cultura de aquél entonces, pero de ninguna obligación hoy. Por el otro lado, los costumbres de hoy también tienen que pasar bajo la lupa de las Escrituras para ver si son compatibles. No es correcto descartar una práctica del tiempo de la Biblia porque era sólo una costumbre de aquel entonces para luego aceptar sin estudio cualquier cosa aceptable a nuestra sociedad moderna. Los factores culturales de nuestro día no pueden convertirse en la norma para nuestra práctica religiosa. Dios es el mismo, ayer, hoy y por los siglos y no debemos desviar Su voluntad por consideraciones culturales del momento.
Algunos dicen, "Es buena idea usar la mujer en posiciones de liderato en la asamblea". Preguntamos si esta idea es solamente buena al parecer de la gente, o si Dios cree que la idea es buena. Nosotros siempre podemos justificar lo que queremos hacer, pero esto no significa que sea correcto. El rey Saúl se equivocó en 1 Samuel 15 cuando dijo a Samuel, "Antes bien he obedecido la voz de Jehová" (versículo 20). En vez de destruir todo como fue mandado, dejó con vida lo mejor para sacrificarlo al Señor. Esto no fue lo que quiso Dios, sino que le obedeciera precisamente, no importó que Saúl pensara que era una buena idea. "Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios" (versículo 22). La intención de ayudar a Dios no justifica el desvío de su voluntad y prácticas no autorizadas.
El criterio de lo que hacemos en la asamblea de la iglesia no depende de lo que nos edifique o nos guste, sino de lo que Dios quiere.
Gálatas 3:28 nos dice, "Ya no hay … varón ni mujer" en Cristo. Citan este texto para mostrar que la mujer puede hacer cualquier cosa que hace el hombre. Sin embargo, no se puede aislar este pasaje ni sacarlo de su contexto. El contexto trata del bautismo e incorporarse en el Cuerpo de Cristo. La nacionalidad, la condición social y el sexo todavía existen al igual que las características y responsabilidades que conllevan. No es que estas cosas quedan eliminadas, sino que Dios no las toma en cuenta cuando recibe a una persona en unión a Cristo. La mujer recibe la salvación tan plenamente como el hombre. La mujer se reviste de Cristo por medio del bautismo y se convierta tanto en santa como también en sacerdote, al igual que el hombre. Pero ser sacerdote y predicar en la asamblea no son términos sinónimos. Como sacerdote en el nuevo pacto, ella ofrece sacrificios espirituales y tiene acceso directo a Dios sin tener que recurrir a otra persona como mediadora.
En ninguna parte de la Biblia dice que la mujer es inferior al hombre o menos capacitada. Ningún texto en la Biblia excusa a la mujer de obedecer los mandamientos de Dios. La mujer tiene la responsabilidad de estudiar la Biblia y obedecer a Dios al igual que el hombre. No pueden esconderse detrás de su marido ni detrás de otra persona. Tampoco puede ser espiritual por la espiritualidad de otro. Sin embargo, entre varón y hembra hay diferencias establecidas por Dios y un área especial para desenvolverse. Que Dios puso al hombre como cabeza de la familia no significa que la mujer sea inferior. Someterse no tiene nada que ver con la calidad de la persona sino con el orden de Dios en el mundo. La obra de la mujer en el mundo es única y el hombre no puede hacer lo que ella hace. De la misma manera, Dios dio al hombre cosas que hacer que en ciertas circunstancias a la mujer no se le permite hacer.
La mayoría de los mandamientos en la Biblia fueron dados para los cristianos. Por ejemplo, 1 Pedro 1:15, "sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir"; Filipenses 4:4, "Regocijaos en el Señor siempre … sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.". Cuando Romanos 12:1 dice "hermanos", incluye a las "hermanas", Dice, "Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional".
Al mismo tiempo, algunos mandamientos especifican a hombres y algunos especifican a mujeres. Un ejemplo obvio es Efesios 5:22 y 25, "Las casadas estén sujetas a sus propios maridos", "Maridos, amad a vuestras mujeres". Pablo dio a Timoteo unos mandamientos específicos para enseñar a los ancianos, las ancianas, las mujeres más jóvenes y a los jóvenes (Tito 2:1-8). Algunos mandamientos se dirigen solamente a los hombres como vamos a notar más adelante.
La mayoría de los mandamientos dirigidos a la mujer tratan de la modestia en su vestir, su función de esposa, el cuido de su hogar, de ser madre y de las buenas obras (I Timoteo 2:915; 5:914; Tito 2:3 5; 1 Pedro 3:16). Cuando nos fijamos en los deberes de la mujer, nos damos cuenta que son mandamientos importantes, toman tiempo y algunos no los puede realizar los hombres.
A veces la mujer se siente descartada de una participación activa en la iglesia y a veces el hombre entiende por algunos textos de la Escritura que pueden reclamar para sí mismos una autoridad absoluta. En realidad, la única restricción explícita para la actividad de la mujer en la iglesia trata del contexto de la asamblea de la iglesia y esta es el tema del presente estudio. Los requisitos para ser obispo en 1 Timoteo 3 y Tito 1 excluyen a las mujeres de ocupar este puesto. Sin embargo, encontramos a mujeres muy activas en la función de servir y enseñar en la iglesia. Sabemos que Priscila enseñó a Apolos (Hechos 18:26), Febe era diaconisa de la iglesia en Cencrea (Romanos 16:1), que una mujer trabajó al lado de Pablo (Filipenses 4:3) y las hijas de Felipe profetizaban (Hechos 21:9). Podemos extender esta lista. Puede que la iglesia haya fracasado en utilizar el poder de la mujer y en reconocer su obra. Nuestro compromiso es someternos a las Escrituras, animando a los hombres que no practiquen la supresión no autorizada de la mujer y que no apoyen a aquellas mujeres que desean ser dominantes.
Los dos textos más enérgicos que limitan la actividad de la mujer son 1 Corintios 14 y 1 Timoteo 2 y ambos tratan de la reunión de la iglesia en la asamblea de todos los hermanos.

"En Ekklesia"
Para el presente estudio, es importante examinar la frase "en ekklesia". Esta expresión griega significa en iglesia o en asamblea y se refiere a "cuando la iglesia se reúne como iglesia". Toda la iglesia puede participar de una misma actividad sin que se trate de la asamblea y eso no es lo que significa la palabra "iglesia". Para ilustrar, Hechos 5:11 dice, "Y vino gran temor sobre toda la iglesia" y ese temor no se limitaba a los hermanos cuando estaban reunidos. Pero en Hechos 11:26 leemos, "Y se congregaron allí todo un año con la iglesia". Allí aparece en griego, "en ekklesia" y significa que éstos se reunían con la iglesia. Para seguir ilustrando este punto, "en ekklesia" aparece en Hechos 19:32 para referir a una asamblea secular donde ocurrió un motín. Sin embargo, el versículo 39 menciona otra reunión especial, "Y si demandáis alguna otra cosa, en legítima asamblea (en ekklesia) se puede decidir".
Un ejemplo obvio del significado de "en asamblea" es 1 Corintios 11:18, "Pues en primer lugar, cuando os reunís como iglesia". Otros ejemplos son Colosenses 4:16, "Cuando esta carta haya sido leída entre vosotros, haced que también se lea en la iglesia (en ekklesia) de los laodicenses, y que la de Laodicea la leáis también vosotros" y Hebreos 2:12, "Anunciaré a mis hermanos tu nombre, en medio de la congregación te alabaré" (en meso ekkIesias). 
Los siguientes versículos usan en ekklesia: Hechos 7:38; 11:26; 19:39; 1 Corintios 4:17; 6:4: 7:17; 11:18; 12:28; 14:19, 28,34,35; 11 Corintios 8:1; Efesios 3:21; Colosenses 4:16; 11 Tesalonicenses 1:4; Hebreos 2:12. Los siguientes versículos no usan esta frase griega pero la comparación puede ayudar en comprender el concepto: Hechos 13:1; 14:27; 19:32; 1 Corintios 1:4, 5,12; Colosenses 1:18, 24.
Por lo tanto, hay un tiempo cuando la iglesia se reúne como iglesia. Cuando esto sucede, este momento especial tiene que cumplir con la voluntad de Dios. En esta asamblea (en ekklesia) según 1 Corintios 15:33-35 y en todo lugar (en panti topo) de 1 Timoteo 2:12-18, cuando la iglesia se reúne como iglesia, la mujer guarda silencio. Como cristianos, siempre estamos en la presencia de Dios y debemos seguir su voluntad, pero cuando nos reunimos como iglesia, nos acercamos a Dios en una manera especial. Cuando nos acercamos a cualquier rey, hay que hacerlo de acuerdo con sus exigencias, no las nuestras. Así que cuando la iglesia se reúne como iglesia, tenemos que cuidarnos de seguir su voluntad, y nuestras preferencias personales no tienen importancia.
Según 1 Corintios 11:17 en adelante, hay una asamblea para tomar la cena del Señor. Puede que la asamblea tenga otros propósitos.
El contexto de 1 Corintios 14 trata de la asamblea, como podemos ver en los siguientes versículos: "Pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida" (19); "Si, pues, toda la iglesia se reúne en un solo lugar" (23); "Cuando os reunís… " (26) y otros. En este contexto de la iglesia en asamblea encontramos las restricciones de los versículos 24 en adelante:
Vuestras mujeres callen en las congregaciones (en tais ekklesias, en las asambleas); porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. 35 Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación (en ekklesia).
La naturaleza del hablar (laleo) y del callarse (sigao) es evidente por su uso en los versículos anteriores (27-30) donde se refiere al hablar y callar de los que hablan en lenguas y profetizan. El lenguaje allí se trata de dirigir la palabra en dar un mensaje de la palabra de Dios a una asamblea (profetizar o predicar) o de dirigirse a Dios en oración (hablar en lenguas (vea versículos 2 y 14), y el silencio es lo contrario del hablar mencionado.
Por combinar los términos de hombre (esposo) y mujer (esposa), algunos intérpretes quieren limitar la palabra mujer (gunaikes) sólo para "esposas", pero sería una cosa nunca antes hecho ni visto que una mujer solitaria tuviera más privilegios que una mujer casada. A menudo cuando citan los versículos 34 y 35, la discusión se desvía a la cuestión de que si la mujer no tiene esposo, entonces esto no le aplica y no es verdad. Sin embargo, Pablo habla de una situación abarcadora y general. No es cuestión de si la mujer tiene marido, sino de que ella tiene que estar sujeta. 
Esta restricción no era sólo para Corinto y no depende de alguna circunstancia especial allí. Al mismo tiempo, alguna circunstancia en Corinto hizo necesario estas instrucciones, así como el problema de hablar en lenguas motivaba el contexto principal del capítulo. Esta restricción para la mujer en la asamblea era una limitación "en todas las iglesias de los santos" (versículo 33; vea también 11:16 "ni las iglesias de Dios").
Es posible que alguien no lo quiere reconocer, pero es obvio que 1 Timoteo 2 trata del contexto de una asamblea. Definitivamente hay indicadores en las instrucciones que establecen éste como el ambiente. Hay dos que merecen nuestra atención. Levantar manos santas (1 Timoteo 2:8) era la postura normal para la oración pública en la sinagoga y la iglesia primitiva. Además, la palabra griega topos "lugar", entre su muchos sentidos, tenía un uso técnico entre los judíos para el templo o sinagoga y los cristianos continuaron usando esta expresión para los lugares de reunión de la iglesia (vea Everett Ferguson, "Topos en 1 Timoteo 2:8, Restoration Quarterly 33 [1991] pág. 65-73). Según este uso, 1 Timoteo 2:8, "en todo lugar" (en panti topo), se refiere a todo lugar donde la iglesia se reúne y corresponde a "en todas las iglesias (asambleas) de los santos" en 1 Corintios 14:33). Los hombres son las personas que oran en esas reuniones. En tales momentos, no es permitido que la mujer enseñe. La prohibición de enseñar (1 Timoteo 2:12) no es absoluta para toda situación. En otras partes de las Epístolas Pastorales se les manda a las ancianas "que enseñen a las mujeres jóvenes" (Tido 2:3-4). La regla que opera en 1 Timoteo 2 es que la mujer no puede ejercer autoridad en la asamblea. La enseñanza de la mujer en la reunión pública de la iglesia violaría el principio de la sumisión (1 Timoteo 2:11). Sin embargo, si la membresía de una iglesia en particular consta enteramente de mujeres, entonces su hablar no violaría el principio.

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